La paradoja salta a la vista: las obras del nuevo playón siguen a medio terminar y, de noche, la zona se oscurece como si el proyecto incluyera un simulacro de apagón del gobierno del gobernador Melella. Pese a ello, el tarifario ya corre sin descuento estival:
Motos: $1.400 la hora / $8.400 la estadía
Autos: $2.800 la hora / $15.800 la estadía
Camionetas, pick-up y SUV: $3.400 la hora / $19.400 la estadía
Minibuses: $5.000 la hora / $26.000 la estadía
Buses: $8.700 la hora / $39.000 la estadía
Frente a estos precios, muchos conductores fueguinos inventaron el “plan banquina”: estacionar sobre la ruta, esperar el mensaje de “ya llegué” y lanzarse a la puerta de Arribos antes de que se esfumen los 15 minutos de gracia. El problema son las colas: valijas, abrazos, bocinazos y, cuando el cronómetro se pasa de rosca, el tarifario se cobra su venganza.
Los carteles no alcanzaron, así que la concesionaria Auster blindó la banquina con piedras tamaño souvenir Andes fueguinos.
Por ahora, cada viaje al Malvinas Argentinas exige tres maniobras indispensables: comparar tarifas, esquivar rocas y rogar que los 15 minutos de cortesía no se vuelen en la fila de salida. Hasta que el playón tenga luz —y precio de obra terminada— la “guerra de las piedras” seguirá firme, neumáticos mediante.
